Deliciosa, recuerda

Deliciosa fue, bien o mal, la reacción que desde mi estómago a mi mano pasando por mi cabeza (no puedo decir que acertadamente dubitativamente claramente porque aún desconozco su estado [a veces creo que vuelve a ser y otras parece que sigue buscando entre tinieblas]) la nota que hace unos días leí en un diario sobre lo que representaba los recuerdos de las comidas familiares o no: de la comida heredada y que, para mí, es todo un aprendizaje como si alguien te explica física cuántica y la entendés en tu realidad de anormalmente normal.

Deliciosa fue, bien de bien y más porque distan diez mil kilómetros de mi actualidad, estos días de recuerdos de la juliana (no me gusta porque tiene un ojo duro y del otro no digo nada por que sólo tiene uno, cantito con los viejos intentaban que la risa ayudase a convencerme de que estaba rica), del tuco para los ravioles del domingo, de los canelones de verdura, la pascualina más rica fría, de la pasta frola de las tardes para el té y que Rosa nos enseñaba a amasarla para galletas y sobre las baldosas de la cocina. Pero especial recuerdo tengo de las milanesas (las de la vieja eran insuperables aunque de tanto romper las pelotas un día me enseñó a hacerlas con siete u ocho años y me sumé al ranking [cosa que he repetido con mis gurises]), finitas con papas fritas, de la pizza y el fainá que poniendo cara de bueno iba al Hispano (me río de los just eat y demás delivery) a comprar. Y por supuesto, la estrella montevideana eran los asados que desde media mañana le daban ese gusto especial a la ciudad porque además de parrillas estaban las obras donde el almuerzo era el medio tanque donde arrimar unas tiras de asado, chorizos y morcillas (los chinchulines, mollejas, riñones eran hogareñas). Seguramente la memoria me flaquea y hay muchas más cosas pero por ahí, leída la nota me vinieron centradas para cabecearlas. Deliciosas.

“Pero A fuego lento desata también otras nostalgias. La de todas las mujeres próximas que cocinaron para ti, creando una corriente de amor a través de bacalaos al ajoarriero, empanadas caseras y croquetas de rapante sin los que, seguro, serías una persona peor”. Tiene razón, mucha deliciosa razón, aunque nuestros jugos gástricos se exciten con campanitas diversas. Brindo por que nunca se nos olviden sí es posible, claro, porque detrás están personas vivencias amores y es deliciosa, recuerda.

Publicado por

carlosdeus

Periodista independiente

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